Son
cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no
socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí
Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y
al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito,
es la única manera de probar que la realidad es transformable".
Eduardo Galeano
El sábado pasado fui invitada por
unos amigos que viven en un campo
cercano a mi casita, gente muy humilde, que han pasado miserias y soportado toda
la arrogancia de los terratenientes y la soberbia de los que creen que se la
saben , como agrónomos y veterinarios.
Y la invitación fue para que
conociera y disfrutara de un plato que muchas noches fue la cena de la familia
cuando ellos eran chicos. A sabiendas de que soy fanática de recetas antiguas y
que se logran desde la producción familiar.
Por supuesto, no me la iba a
perder!!!, así que con una pastafrola en mano hice los kilómetros de camino de
tierra que tengo de distancia para llegar a su casa.
Una casa sencilla de paredes de adobe y una
cocina pequeña con mantel de flores fue el lugar donde me desasne de algunos conceptos,
cada vez que mi amigo que me decía: –Pero no querida eso no es así!...
Triste verdad, pero todo lo
aprendido en los escuelas, y
universidades es como en Hollywood 24 mentiras por segundo! Ó mentiras a
medias, como para disimular…
Maravillada por tanta
sabiduría, miraba por la pequeña ventana de la cocina una
luna llena de otoño esplendorosa.
Mientras su esposa ya ponía unos
tazones sobre la mesa, cucharas, el azucarero y una jarrita con miel y aun sin
saber que comeríamos, me entregue a la calidez de la salamandra que por ser el
espacio tan reducido, sentía el calor cerquita en mi espalda, como si fuera un
poncho.
Mire la cocina y sobre la hornalla había una
jarra lechera muy antigua, donde hervía la leche que había sido ordeñada por la
mañana.
Imagine que mi amiga me sorprendería con una mazamorra, ya que es
muy común en la zona esta comida.
Pero cuando vi por el rabillo del
ojo que mi amiga habría el horno, me di cuenta que no tenia nada que ver con
mazamorra la cena de esa noche. Dentro del horno había un zapallo grande cocinándose,
de color grisáceo, con abertura en la superficie que mostraba el interior de un
anaranjado fuerte. Y me dije; que buenos zapallos hemos sacado todas las
familias este año, fue un verano intenso y productivo.
Mientras seguíamos esperando la
cena, comencé una charla con mi amigo sobre la luna, que justo estaba allí como
testigo en la ventana, y atine a decirle : nosotros somos lunares…y el pero no
querida! vuelve a salir de la boca de mi amigo, para decirme: - no somos
lunares sino solares!... Les dice algo
esto? En otra entrada les comentare el resto de la conversación, y me pregunto?
Donde aprendió tanto esta gente? Será que no esta contaminada con tanta
escuela?
Hay realidad!!!, nuestra realidad
es creada en Hollywood ya no hay dudas!, y como en Holywood, 24 mentiras por segundo!!!!!
Y una vez que te das cuenta que
todo lo que te rodea ha sido creado desde algún cerebro hollywoodense ya no hay vuelta atrás.
Se vuelve a abrir el horno y el
zapallo sale del mismo, listo para ser presentado sobre una fuente, y llegar a
la mesa junto con un cucharón. Sobre una tabla de picar mi amiga posa la
lechera.
Comenzó a llenar con leche cada
tazón hasta la mitad luego ponía dentro un cucharón de zapallo para completar
con un poquito más de leche.
Miraba que hacían mis amigos, que en silencio y con movimientos circulares con la cuchara
mezclaban la leche caliente , la miel y el zapallo. Hice lo mismo.
El vapor dulzón de la leche me
transportaba a un mundo infantil.
Levante la mirada del tazón y los vi con sus
ojos cerrados tomando el primer sorbo, como quien toma un elixir para transformarse en los niños de ayer.
Sentí como nunca una profunda ternura y respeto por el alimento tan natural,
sencillo y nutritivo como la gente que tenia frente a mí.
Les dejo esta receta para
transformar nuestra contaminada realidad, soltándonos del consumismo y de todo
lo aprendido, para volver a conectarnos con la sabiduría, no desde la mente,
sino desde el corazón como cuando éramos niños.
1 comentario:
Me encantó la receta y el cuento. Abrazo.
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