miércoles, 29 de mayo de 2013

Ternura de zapallos con leche para despertar al corazón de niño!

Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable".
Eduardo Galeano                                                                                                    

El sábado pasado fui invitada por unos amigos  que viven en un campo cercano a mi casita, gente muy humilde, que han pasado miserias y soportado toda la arrogancia de los terratenientes y la soberbia de los que creen que se la saben , como agrónomos y veterinarios.

Y la invitación fue para que conociera y disfrutara de un plato que muchas noches fue la cena de la familia cuando ellos eran chicos. A sabiendas de que soy fanática de recetas antiguas y que se logran desde la producción familiar.

Por supuesto, no me la iba a perder!!!, así que con una pastafrola en mano hice los kilómetros de camino de tierra que tengo de distancia para llegar a su casa.
 Una casa sencilla de paredes de adobe y una cocina pequeña con mantel de flores fue  el lugar donde me desasne de algunos conceptos, cada vez que mi amigo que me decía: –Pero no querida eso no es así!...

Triste verdad, pero todo lo aprendido  en los escuelas, y universidades es como en Hollywood 24 mentiras por segundo! Ó mentiras a medias, como para disimular…

Maravillada por tanta sabiduría,   miraba por la pequeña ventana de la cocina una luna llena de otoño esplendorosa.
Mientras su esposa ya ponía unos tazones sobre la mesa, cucharas, el azucarero y una jarrita con miel y aun sin saber que comeríamos, me entregue a la calidez de la salamandra que por ser el espacio tan reducido, sentía el calor cerquita en mi espalda, como si fuera un poncho.

 Mire la cocina y sobre la hornalla había una jarra lechera muy antigua, donde hervía la leche que había sido ordeñada por la mañana.
Imagine que mi amiga  me sorprendería con una mazamorra, ya que es muy común en la zona esta comida.
Pero cuando vi por el rabillo del ojo que mi amiga habría el horno, me di cuenta que no tenia nada que ver con mazamorra la cena de esa noche. Dentro del horno había un zapallo grande cocinándose, de color grisáceo, con abertura en la superficie que mostraba el interior de un anaranjado fuerte. Y me dije; que buenos zapallos hemos sacado todas las familias este año, fue un verano intenso y productivo.
                                                                                 
Mientras seguíamos esperando la cena, comencé una charla con mi amigo sobre la luna, que justo estaba allí como testigo en la ventana, y atine a decirle : nosotros somos lunares…y el pero no querida! vuelve a salir de la boca de mi amigo, para decirme: - no somos lunares sino solares!... Les dice  algo esto? En otra entrada les comentare el resto de la conversación, y me pregunto? Donde aprendió tanto esta gente? Será que no esta contaminada con tanta escuela?

Hay realidad!!!, nuestra realidad es creada en Hollywood ya no hay dudas!, y como en Holywood,  24 mentiras por segundo!!!!!
Y una vez que te das cuenta que todo lo que te rodea ha sido creado desde algún cerebro hollywoodense  ya no hay vuelta atrás.

Se vuelve a abrir el horno y el zapallo sale del mismo, listo para ser presentado sobre una fuente, y llegar a la mesa junto con un cucharón. Sobre una tabla de picar mi amiga posa la lechera.

Comenzó a llenar con leche cada tazón hasta la mitad luego ponía dentro un cucharón de zapallo para completar con un poquito más de leche.

Miraba que hacían  mis amigos, que en silencio  y con movimientos circulares con la cuchara mezclaban la leche caliente , la miel y el zapallo. Hice lo mismo.
El vapor dulzón de la leche me transportaba a un mundo infantil.
 Levante la mirada del tazón y los vi con sus ojos cerrados tomando el primer sorbo, como quien toma un elixir para  transformarse en los niños de ayer.

Sentí como nunca  una profunda ternura  y respeto por el alimento tan natural, sencillo y nutritivo como la gente que tenia frente a mí.


Les dejo esta receta para transformar nuestra contaminada realidad, soltándonos del consumismo y de todo lo aprendido, para volver a conectarnos con la sabiduría, no desde la mente, sino desde el corazón como cuando éramos niños.

viernes, 24 de mayo de 2013

El otoño y el rapto de Persefóne

COMO PASA CON LAS CANCIONES DE CUNA, CON LAS CARICIAS, LOS JUEGOS, LOS AMIGOS DE LA INFANCIA Y LOS BUENOS MAESTROS, LOS CUENTOS QUE NOS CUENTAN LOS ABUELOS QUEDAN PARA SIEMPRE GRABADOS EN LA MEMORIA.

Dedicado también a un amigo de la infancia, para Reinaldo , que un día que me encontraba triste me contó un cuento de un gato que perdió su cola!

LA PROPUESTA DE ESTA LECTURA ES LA DE  VOLVER LA MIRADA ENAMORADA SOBRE LAS CUATRO ESTACIONES QUE RIGEN LA VIDA EN NUESTRO PLANETA.  

Transitar  por los distintos ciclos en forma ordenada, conciente y armónica.

El Otoño significa madurez, ponderación, calma, sapiencia. Es cuando todo empieza a aquietarse. Después de la luz brillante del verano, de la energía desplegada hacia el exterior, el Otoño nos invita a caminar de retorno hacia dentro, preparándonos para la etapa más interna del ciclo anual, el invierno.
En esta estación equilibramos las tristezas y la avaricia, los órganos que exigen más cuidado son los pulmones donde se purifica la sangre y el intestino grueso y la piel.

También quería compartir con ustedes una hermosa  lectura de hace muchísimo tiempo, y de muy  lejos de aquí, de los griegos antiguos. Ellos creían que casi todas las cosas que sucedían en la Tierra, eran obra de sus dioses. Tenían muchos dioses y aunque eran poderosísimos, parecían muy humanos.
Sus dioses se enamoraban, odiaban, construían, destruían, como vos o como yo.

EL RAPTO DE PERSÉFONE

Los griegos solían contar una bella historia que explicaba el por qué del invierno y, sobre todo, el por qué del gran estallido de vida de la primavera.
Todo había comenzado con un secuestro.
Sucedió cuando Perséfone, la hija de Zeus y  Deméter, la diosa de la fertilidad y los  cultivos, estaba jugando con sus amigas las ninfas a orillas de un lago.
En eso estaban, jugando y riendo, cuando de repente el bosque que había junto al la
go tembló, se abrió la tierra en dos y, de adentro de la tierra, brotó un carro de oro rojizo tirado por diez vigorosos caballos.
Las ninfas quisieron huir. Pero eran tales los rugidos y temblores de la tierra desgarrada y tan tremenda la presencia de los caballos, que las pobres sólo atinaron a reunirse en un dulce montón y a sollozar de miedo. 
Entonces sucedió, según se cuenta, algo más. Cupido, el hijo de Afrodita, el pequeño dios del amor que tenía locos a hombres y mujeres con sus inesperados flechazos, andaba retozando por ahí cerca. De inmediato reconoció al conductor del carro. No era otro que Hades, el mismísimo dios de los infiernos.
Cupido sonrió con picardía, hizo puntería y disparó. Eso sucedió justo cuando Hades, el conductor del carro, posaba sus ojos en Perséfone, la hija de Deméter. Entonces, Hades se enamoró de inmediato.
Grande y poderoso como era –casi tan poderoso como Zeus, su hermano, aunque reinara bajo tierra, en lo oscuro sentía que el pecho, donde la pequeña flecha invisible se le había clavado, se había vuelto frágil y tembloroso como un pájaro al que se agarra en la mano.
Hades estaba fatalmente enamorado de Perséfone y la quería su esposa.
Un instante después el abismo se había soldado, y no quedaba señal alguna de la puerta que, por algunos momentos, había comunicado el mundo de ultratumba con la tierra soleada donde vivían los hombres.
Se había consumado el rapto.
Los únicos testigos del atropello habían sido Helios, el sol, que todo lo veía desde allá arriba, y Hécate, la bruja, que, como solía ocuparse de guiar a los muertos a la ultratumba, reconocía el carro de Hades en cuanto lo veía. Las ninfas habían visto todo sin comprender nada.
Fue entonces que Deméter llamó a su hija.
- ¡Perséfone, hija mía! - ¿Dónde estás?
Perséfone no estaba.
Deméter la buscó en las cercanías del lago, entre los árboles, en los senderos que trepaban la montaña, en el interior de las cuevas húmedas, donde crecen los helechos.
Cuando se hizo de noche encendió dos grandes antorchas y siguió buscando.
Buscó durante nueve días y nueve noches y durante ese tiempo no comió ni bebió ni dejó que los párpados le cubrieran los ojos. Iba por el mundo como una loca, con sus antorchas encendidas, su bella cabellera en desorden, los vestidos descuidados, sucios.
Al décimo día la bruja Hécate y Helios sintieron tanta piedad por ella que le contaron lo que habían visto.
Entonces Deméter aulló de furia.
- ¡Qué me devuelva a mi hija! -gritaba.
-   ¡Quiero a mi hija! ¡Qué me la devuelvan!
Aullaba con la cabeza levantada hacia el cielo porque quería que Zeus la oyera. Al fin de cuentas Perséfone también era hija suya.
Pero Zeus se desentendió. Hizo como que no escuchaba, miró hacia otro lado.
Entonces Deméter se enfureció. Juró que jamás volvería al Olimpo. Que renunciaba para siempre a la familia de los dioses. Que se quedara allí ese padre desalmado que sólo pensaba en conservar su poder y en conquistar bellas mujeres. Ella, Deméter, la madre, se quedaría en la tierra, entre los hombres, llorando a su hija y reclamando cada día que se la devolviesen.
Triste, abatida, rotosa, Deméter ya no parecía una diosa. Erraba por los caminos de Grecia como una pordiosera.  Ni siquiera escuchaba los rezos de los hombres que, como habían hecho siempre, le pedían buenas cosechas, cebada, trigo, frutos.
Tampoco comía. Ni hablaba. Sólo cuando llegaba a la boca de una gruta o a un pozo, se asomaba y gritaba.
- ¡Devuélvanme a mi hija! ¡Quiero a mi hija! ¿Qué me la devuelvan!
Enojada con los dioses y con los hombres, ordenó que le construyeran un templo y en él se encerró, privando a la tierra de su fructífera presencia.
Entonces sí que comenzaron los malos tiempos para los pobres humanos. Aun cuando no faltó la lluvia, la tierra se resquebrajó en terrones duros como piedras. Las semillas se volvían polvo o se pudrían mucho antes de germinar. No había trigo, ni  cebada, ni  alfalfa.  No fructificaba el olivo, ni los naranjos ni los  limoneros. Las vacas no parían terneros, las aves abandonaban sus huevos. La vida entera parecía haber emigrado del planeta.
Entonces los hombres y las mujeres de Grecia empezaron a protestarle a Zeus. Y cuando empezaron las hambrunas, Zeus ya no pudo seguir haciéndose el desentendido. Algo tenía que hacer si no quería perder su prestigio entre los hombres.
Lo llamó a Hermes, el más veloz y experto de todos los embajadores olímpicos, para que bajase al mundo subterráneo y negociase con Hades.
Hermes, el de los pies alados, voló del Olimpo a la tierra y, entrando por una gruta, de la tierra a la ultratumba.
Cuando llegó al corazón del Tártaro se encontró con Hades y la bella Perséfone.
- Me manda mi señor Zeus a pedir que devuelvas a la muchacha.
-     Es por Deméter, Hades. ¡Esa mujer se ha vuelto loca! Vive adentro de un templo, no quiere hablar con ninguno de los olímpicos y, como si esto fuera poco, hace huelga, ¡le quitó a la tierra sus frutos! Si seguimos así, no va a quedar un solo humano vivo.
Hades escuchaba con atención. Luego, se acarició la barba, se pellizcó la punta de la nariz y enseguida, para gran sorpresa de Hermes, se pronunció:
- Acepto que Perséfone vuelva a encontrarse con su madre.
En ese momento Hades  sonriendo cosa rara en él y con los ojos muy brillantes, se
volvió hacia Perséfone, la envolvió con el brazo y la besó delicadamente en los labios. Luego, sin soltar el abrazo, estiró la mano hacia una granada roja e inmensa, arrancó algunos granos y se los ofreció a Perséfone.
Ésta los recogió con la punta de la lengua de la palma de su esposo.
- Adiós, mi querida. Pronto nos veremos, dijo Hades.
El reencuentro entre Deméter y Perséfone fue tan feliz que estalló la primavera. Las ramas hinchaban sus brotes en segundos apenas. Minutos después, ya estaban repletas de hojas.
La tierra se cubrió de cebada, trigo... alfalfa. Y la vida volvió con tanta fuerza como un río que se desborda.
Pero, esa misma noche, Deméter notó en Perséfone una mirada ausente.
- ¿Qué pasa, hija?
- No sé –dijo Perséfone. Es como si extrañara algo y le contó de los dulces granos de granada que el esposo le había ofrecido como despedida.
- ¡Ay, hija! -suspiró Deméter. Tu esposo infernal no es ningún tonto. Así se aseguró de que volvieses. Y vas a volver, eso es seguro…
Es así como, desde entonces, Perséfone pasa un tercio del año en el submundo, con ese esposo severo pero muy enamorado. Durante ese tiempo Deméter vuelve a encerrarse en su templo, se retira del mundo y no se ocupa de hacer fructificar la tierra. Es el invierno.
Pero, cuando se cumple el plazo, vuelve  Perséfone a la tierra y Deméter, loca de alegría, devuelve la vida a manos llenas y estalla la primavera.

Fuente: Graciela Montes, El rapto de Perséfone, Bs. As., Página 12 (Adaptación)


viernes, 10 de mayo de 2013

Vida sencilla,calma y armonía y comemos del monte.


Después de unos días de mucho trabajo y novedades, (las novedades les iré contando mas adelante, pero tiene que ver con la cría y cuidado  de ovinos para  lana y hilado de lana), pero lo mas importante es que sigue creciendo en  mí,  esta necesidad de volver a una vida sencilla y a una alimentación cada día mas natural.

Hablamos de  una vida sencilla cuando hablamos de la vida que se vive desde el interior, desde el ser,  entregando todas nuestras acciones, tareas o preocupaciones  a Dios.

Cuando  todos nuestros actos sean sagrados, recién en ese momento podremos llevar una vida sencilla, de calma y armonía.

En cuanto a la alimentación natural, natural del planeta! , como semillas y hortalizas orgánicas, serán las únicas que nos llevaran a limpiar nuestro cuerpo físico de todos los químicos acumulados en nuestros músculos y vísceras, que nos mantienen adormecidos, doloridos, asustados e irritables.

 Pero lo más importante es que estos alimentos naturales y orgánicos, nos darán también la ansiada conexión con la naturaleza, ya que al consumirlos nos transmitirán nutrientes y toda la memoria de la vida en el planeta.
 Millones de años de experiencias, de crecimiento de la semilla en la oscuridad y humedad de la tierra, millones de años de soles y lunas, lluvias y vientos, crecer desde la oscuridad en el útero de la tierra , dar fruto y morir , para volver con mas experiencias.

Acaso no nos damos cuenta de la similitud que tenemos  los seres humanos con las semillas que consumimos?
 Somos lo que comemos y comemos lo que somos! 

Quieres recordar quien eres?, vuelve a lo natural, contempla la naturaleza. No necesitas ir muy lejos, para vivir esta experiencia, no necesitas dejar de hacer tu trabajo, no necesitas consumir drogas o fumar hierbas.
Medita, meditar es no hacer nada, no busques técnicas o maestros, no necesitas nada. Contempla una planta, un árbol, un perro , un gato ó la alegría de los pájaros en una plaza y disfruta!,Por que allí esta tu verdad y tu libertad!

COMEMOS DEL MONTE
 Hoy una planta que tiene mi amiga Martha en su casa,y es Huevito de Gallo.
 
El nombre científico, Salpichroa origanifolia, de la familia de las Solanáceas.
Los nombres comunes , Huevito de gallo , uvita del campo, Kopí Topí.

La planta es una enredadera, que se trepa por los alambrados y cercos, de hojas chiquitas, de flores blancas y la forma es de una uva blanca.
Durante el invierno da fruta, así que cuando la planta de Martha de frutos les subiré las fotos. Estas las saque de  Internet.

Según mi amiga cuando era chica era como una golosina , llenaban los bolsillos de frutos antes de entrar a la escuela.

RECETA
PASTA FROLA DE HUEVITO DE GALLO

Ingredientes:
Lavar bien los frutos, y reservar.
Huevitos de gallo
1 taza de Harina integral
1 taza de Harina blanca
1 cucharita de Polvo leudante Royal
1 pocillo de café Aceite
1 taza de azúcar
1 yemas
2 claras de huevo

Preparación:

 Poner en un bol las harinas, el azúcar y el polvo royal, mezclar así secos.
Hacer espacio en el centro de las harinas y colocar las yemas y el aceite  , ir formando una masita liviana , si hiciera falta agregar un poco de agua.

Con esta masa , cubrir una tartera mediana.

Para el relleno, batimos a punto nieve las dos claras de huevo. Punto nieve es cuando la clara es una espuma bien firme.
Despacito ir incorporando los huevitos de gallo y 3 cucharadas azúcar .
Cubrir la tartera y llevar al horno! Riquisima!